cabodeGATA (ALMERIA). Invierno 2006
©Pablo Torras. Country Sessions.

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Cuando nos planteamos el viaje al Cabo de Gata, nos extrañó que no encontráramos buenas fotos a pesar de la fama que tenía. Nosotros tuvimos mucha suerte, porque se conjugaron varias circunstancias a favor que nos facilitaron la tarea:

  • La época del año. Era invierno y todos los campos estaban verdes.
  • La suerte que tuvimos con el tiempo. Mientras el resto de España estaba con alerta por la borrasca, nosotros tuvimos el sábado muy buen tiempo y el domingo aparecieron unas nubes en el cielo que lo hicieron más fotogénico.

  • El mar nos deleitó con un temporal de esos que en el Norte temen porque el Mediterráneo al estar más cerrado las olas no saben bien por donde vienen. Las olas se sucedían como montañas de agua que se estrellaban contra los arrecifes. No sabíamos a dónde enfocar y no nos cansábamos de ver su bravura.
  • Pero sobre todo, tuvimos unos excelentes guías y fotógrafos locales Pedro Requena y José María Díaz, que no se conformaron con enseñarnos todos los lugares y especies endémicas, fruto de su amplia experiencia de la zona, sino que además nos buscaron la mejor hora para fotografiar en cada sitio.

La zona del Cabo de Gata tiene todavía el encanto de esas playas del Mediterráneo que no han sido invadidas por la especulación urbanística. Al lado de playas inmensas, nos encontramos con recogidas calas y peligrosos arrecifes junto al faro. Los pequeños pueblos nos recuerdan el estilo típico del norte de África que emocionó al movimiento cubista europeo y que ahora intentan recuperar algunas urbanizaciones.

En algunos de estos pueblos más tradicionales, de esos en que los lavaderos son un punto de reunión y todavía hay tiempo para la conversación, nos comentan de las restricciones que hay sobre la pesca artesanal. Ha sido siempre su forma de vida, y les ha permitido mantener la zona en el estado que está. Estas pequeñas embarcaciones proveen de pescado a los restaurantes y casas rurales de la zona, a los que acuden tanto el turismo como las gaviotas a su regreso de la mar. No son inusuales las escenas de los pescadores que remendando las redes o de sus mujeres que se afanan en las tareas con un ojo puesto en la mar.

Todo este ambiente se contagia de tal forma que cuando salimos a fotografiar por la mañana nos encontramos con gente que sabían disfrutar de los paseos, bien andando, bien a caballo o con deportes como el submarinismo que contempla las riquezas que se ocultan bajo el agua, o el surf que aprovecha los elementos del agua y el viento en vez de luchar contra ellos. Algo flota en la brisa marina, cuando antes de marcharnos observamos el y venir de las familias, las parejas o simplemente de las personas que se acercan hasta el final del pequeño puerto a meditar, comentar o intentar inmortalizar estos momentos con una fotografía.

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