lasbardenasREALES Primavera 2008
©Pablo Torras. Country Sessions.

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Una de las ventajas de vivir en España es que tenemos una amplia representación de de casi todos los ecosistemas. En esta ocasión nos decidimos ir a Navarra por el hábitat desértico de las Bardenas, y en concreto a la zona de la Blanca Baja.

Desde la ermita  de Nuestra Señora del Yugo que hay a la entrada se puede divisar todo el paisaje que invita a introducirnos al Parque del que enseguida quedamos atrapados por su belleza.

Nada más comenzar nos encontramos con el Cabezo de Castildetierra. No es de extrañar que sea considerado como el emblema del parque, ya que se alza desafiante en medio de la llanura y varía constantemente de color, especialmente en las horas del amanecer y atardecer. Ya  cuando estuvimos en Alfaro hicimos una fugaz escapada nocturna para ver las estrellas junto a este "castildetierra" y nos prometimos volver a visitarlo cuando las temperaturas fueran más benignas.

Como toda zona desértica el frío y el calor pueden llegar a ser extremos, y cuando a veces sopla el viento, no invita a estarse  mucho tiempo quieto. Esto no desanima a la gente de la zona, sino que le ha sabido encontrar sus recursos turísticos, y son ya clásicas no sólo las carreras ciclistas, sino también los paseos  turísticos en bici para saborear con el tiempo y el silencio suficiente la magnitud del paisaje.  Por otra parte el aspecto lunar de la zona  y lo inquietante de sus rincones ha sido fuente de numerosas leyendas y del rodaje de varias películas. Aunque es bien conocido el polígono de tiro de las Bárdenas, no son menos importantes los recursos agrícolas y el pastoreo de la zona, ya que en las épocas en que llega el agua y en los humedales, que también los hay, cambia totalmente de aspecto. Hasta el viento deja de ser molesto, para convertirse en el motor de los Gigantes de los Molinos con los que no lucharía Don Quijote, ya que sirven para desfacer los entuertos del Cambio Climático que está produciendo el hombre.

Al despedirnos nos quedan en la retina los caprichos y simetrías rítmicas de la Naturaleza que moldea, tanto los pequeños valles en miniatura que produce el agua, como las grandes montañas, recordándonos los grandes desiertos de otras zonas del planeta y nos hacen ver lo afortunados que somos de tener aquí al lado una pequeña muestra.

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